Siendo torpe - lamento decirlo, presente - a veces quisiera volver a ese tiempo en que podía tropezar y cometer los más absurdos errores y, aunque pequeñas, las más cobardes hazañas en compañía de mis dos lunas. Quisiera pedir, incierto futuro, que entre tus espacios añadieras más capítulos junto a tan bellas lumbreras; volver a ser minúsculas partículas movidas por el viento impredecible, siempre yéndose a los extremos, en ocasiones demasiado suave y en otras tormentoso. Éramos tres, tres lunas sedientas de riesgo. Éramos seis, seis manos entrelazadas por siempre. Les echo de menos.
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