viernes, 19 de diciembre de 2014

Unidas las pestagnas

Siempre ha sido así, como si no pudiera vivir en orden, como queriendo comprobar si es posible crear nudos sobre otros. En cada intento de organizarlo todo volvía en derrota, mis pies adoran recorrer laberintos. Pero entonces, cuando ya creía haber puesto disciplina a mi vida y todo lo que involucra, nos encontrábamos ahí, nuestros cuerpos de frente, saboreando los últimos minutos de un no cualquier día, resolviéndonos las dudas que nos surgían de pronto, aclarándonos los pensamientos; casi, casi llegábamos a una tregua: está bien ni tú serás mío ni yo seré tuya jamás; y mi alma daba un respiro aliviada aunque inconforme: bien, ya no habrá que dar más vueltas a esta ruleta. ¡Ah, pero tus labios! en sutil maniobra se trocaron con los míos, se enredaron mis nervios, se cruzaron las cuerdas del corazón y mi mente se volvió nudo, y mi vida se detuvo, se puso todo de colores. Allí estaba yo, inerte, y viéndote cercano mis sueños se hicieron suave nieve azucarada; no había ya ni media duda resuelta, dimos a luz a un sin fin de nuevas preguntas sin respuesta. Unidas nuestras almas concluimos con una dulce sentencia de muerte el nuevo inicio de la historia que nos tenía prisioneros: ya te pertenezco y una parte de ti sigue siéndome ajena. Siempre tú, siempre yo, viviendo en desorden.

No hay comentarios: