Nuestro encuentro fue extemporáneo. Y mi disposición a enamorarme se estrelló de boca contra su imposibilidad, contra su incapacidad a hacerlo. Es realmente acertado el consejo de no unir yugos desiguales, de no mezclar un corazón libre con uno encadenado, y aún más a destiempo, está previsto un desastre certero. Es como encajar dos fichas opuestas en el rompecabezas incorrecto. Menudo error.
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