martes, 27 de octubre de 2015

Quién le diese un secreto que se hundiese en sus constelaciones, que han sido siempre infinitas por pereza a cuantificarlas. Quién fundiese las gotillas saladas que se escapan de los poros con las pecas de su rostro; quién temblase como sus labios, quién riese en su silencio. Quién mirase a través de sus ojos enfermos y encontrase la verdad desnuda, sin contaminantes. Quién le diese primavera, otoño, verano e invierno de un sorbo, y le mostrase los planetas en ramillete, como globos, a su nombre. 

Que escriba en el corazón sus iniciales y las grite a los mundos, y le acompañe a la meta para que lleguen juntos.

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