lunes, 21 de noviembre de 2016

Mentiría si dijera un día que mi vida está más viva en su ausencia. Mi boca erraría si pretendiera convencer al corazón de la carencia de estruendos dentro de sí, porque remueven los cimientos sus aromas y sus ojos míos. Ajenos míos. Y ese par de alas benditas cocidas a mi cuerpo emergentes en cada beso; tampoco son, no podrían ser consideradas inexistentes. En lo que a mí concierne, estoy negada al abandono de tan abstracta realidad. En lo que a mí compete.

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