Qué importaba si era demasiado pretencioso querer hacer flotar un ancla. Bueno, un ser que se creía ancla pero tenía más reales alas que un águila y un par de sueños que podían alzar vuelo con una minúscula pizca de voluntad. Allí radicaba el dilema: en el estancamiento; en el querer y el poder. No era que no pudiera volar, era que inconscientemente quería seguir atado a la gravedad.
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