lunes, 27 de julio de 2015

Yo lo escribía y no sabía, si era cierto o era mentira. Sin embargo, en cada palabra se materializaba la ilusión más dulce y lejana; yo lo contaba todas las noches antes de dormir. Cuando soñaba reía y aun despertar no hacía barrera, no contenía la alegría, por el contrario se esparcía entre la distancia y el desear verle u oírle o leerle. Lo que fuera pero con él, imposible y ajeno desde antes, desde siempre.

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