martes, 10 de mayo de 2016

Cuatro. Espacio. Cinco.

Son sus brazos mi resguardo del frío, es su pecho el que lleva la batuta, el que marca el ritmo. Mío. En ese instante es mío todo sentido, sin dirección. Si pudiera llamar el sentimiento que se expande dentro, y rebosa mis cimientos, y abarca la habitación por entero, tendría que deletrear con tacto el nombre con el que inscribieron el milagro de su natalicio.

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