lunes, 23 de mayo de 2016

Privatizado


A un nombre la mayor parte de las tierras ocupadas por anhelos y reminiscencias. A un nombre los profundos silencios, las vivaces alegrías. A un nombre ciertos miedos. A un nombre los ventanales y sus alcances. A un nombre la mitad de lo que es cuerpo y nada que toque el alma porque es de uno mayor. A un nombre escribo esta noche, pues necesitan mis labios pronunciarle: sea mi buen cómplice que este tiempo -si no es mañana, será pasado- por poco se acaba. Sea mi compañía, con quien comparta este preciado soplo de vida. Si no tenemos ni tendremos tesoros en el suelo, que satisfaga el hecho de encontrarlos juntos, aunque sin memorias, en el cielo. A un nombre se firme la mitad de mi destino. A un nombre y sea al suyo, a un nombre y se haga mío.

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