jueves, 6 de octubre de 2016

Continuum

No se esfuman mis palabras, ni se hacen nulos mis pensamientos; hundida en sus ojos yo no me pierdo. No se adormece mi elocuencia, no se extravían mis sentidos. No, no es cuestión de no saber hallarme, con exactitud sé siempre dónde permanezco.
Ante el universo que encasilla su ser, se alinean después de tantas vueltas mis planetas; al fin encuentro forma a las constelaciones, les hacía falta su mitad quimera. 
Hundida en sus ojos, hundida en sus ojos yo no me pierdo, yo me encuentro; los poemas que habían nacido antes, finalmente, tropezaron con su dueño. 
¿Quién conoce dicha más sublime, incluso siendo tan breve? ¿Quién guardó ese tesoro? ¿Quién lo demarcó tan llamativo ante vistas tan escasas, tan leves? 
Benditos todos los ojos ciegos que me dejaron verle. Benditos todos los pasos torpes que le esquivaron de frente.  Si no fuera por todas las pérdidas y los dolores tenues, habría llegado la muerte sin haber podido poseerle. 
Y si me diesen a elegir otra vida, o transitar otro camino me permitiesen, elegiría una y mil veces la mía, porque ante ese universo fugaz se enlazan mis palabras armónicamente y halla sentido mi mente, es donde obedecen mis sentidos y vale toda la pena, todo el esfuerzo ser elocuente.

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