lunes, 6 de noviembre de 2017

En el lenguaje de las señas

Yerra cuando piensa que solo hallo inspiración en la nostálgica melancolía. Se equivoca. No comprende pues no ha desarrollado los sentidos para entender lo invisible, porque en lo intangible de mí se emite una exquisita sinfonía, completa, pero a una frecuencia imperceptible. Sin embargo, si me detalla, y ruego lo haga, entenderá que por mis corrientes ventanas, todas cafés y vulgares, se escapan los suspiros como rayos de sol en su máximo esplendor, que violento atraviesa los cristales. Redobla, apresurado, nervioso el que dirige el ritmo dentro mío, a la frecuencia de las alas de un colibrí. Las palmas de mis manos se deshidratan velozmente. Los labios tiemblan sin control y en la boca una inundación.

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