sábado, 9 de diciembre de 2017

Se puede llorar de inmensa alegría. Se puede porque lo han comprobado inconcientemente los pequeños cristales que cuelgan de mis pestañas ahora que pienso en el regocijo de tu compañía. Pero más que eso -pues no hay cabida para el egoísmo, no se trata de lo que me das-, lo que eres, como respiras y como inspiras, como palpitas, como transformas la vida. Daría tanto por esa sonrisa, lo quiero dar. Quisiera transportarte a mi interior y que percibieras por ti mismo todo lo que siento. No sé muy bien cómo explicarlo, y ya no es suficiente el extenso lenguaje para transcribirlo. En cada pasito que camina el tiempo te haces más que mi mejor amigo, más que mi primer y único amor, más que mi compañero incondicional, más que mi mayor sueño terrenal y, sin embargo, no existe manera precisa de nombrarte y que te abarque por completo. Se puede llorar de a gotitas dulces si te pienso.

No hay comentarios: